«Desde que terminé la carrera de ingeniería textil no he podido trabajar en esta industria, aunque sí en otros trabajos como ingeniera. Me encantaría que en Béjar se volvieran a elaborar tejidos como antes.»
«Tengo 45 años. Parte de mi familia trabajaba en la industria textil, en particular mi abuelo del que heredé el entusiasmo por esta industria. De pequeña me encantaba ir a la fábrica donde trabaja mi abuelo y ver los telares funcionar, aún recuerdo el olor de las fábricas textiles.
Después de terminar el colegio decidí estudiar en el centro de Formación profesional en la rama de tisaje y confección. Allí descubrí que lo que verdaderamente me gustaba era la parte del tisaje, la elaboración de los textiles y el manejo de los telares (siempre me han apasionado los telares).
Recuerdo el que teníamos entonces en el centro que nos dejaban manejarlo, era un jacquard y era tan grande que atravesaba el forjado de la primera planta. En FP coincidí con un profesor que me transmitió su pasión por el textil y por el cual, decidí seguir mi formación en la escuela de Ingenieros.
En 1996, me matriculé en la Escuela de Ingenieros de Béjar en la especialidad de textil, por entonces la escuela de ingenieros estaba en pleno auge y había unos 1300 alumnos matriculados de las cuatro especialidades. Fueron los mejores años de mi vida. Me encantaban las asignaturas específicas y teníamos laboratorios donde hacíamos las prácticas, en los que podíamos hacer pruebas reales, ya que por entonces muchas fábricas llevaban allí sus muestras para pasar los controles de calidad.
Basé mi proyecto de fin de carrera en el Museo Textil, junto a mi compañera y dos profesores tutores . Investigamos la historia textil de la ciudad y descubrimos grandes cosas. Por desgracia, desde que terminé la carrera no he podido trabajar en nada relacionado con la industria textil, aunque he trabajado como ingeniera en otras industrias.
Me encantaría que en Béjar se pudieran volver a elaborar tejidos como hace tiempo y espero que estas empresas que continúan y que llevan luchando tantos años, puedan seguir vivas y consigan adaptarse para volver a producir en ellas todo lo que se externalizó.»
Sandra Bravo