«En el apartadero de Francisco Argenta el trabajo era duro, hacía mucho frío o mucho calor. Nos pinchábamos las manos con lo que llevaba la lana, pero había mucho compañerismo y pasábamos muy buenos momentos.»
«He trabajado en diferentes fábricas, como el apartadero de Francisco Argenta, donde estuve varios años. Este trabajo es duro, hacía mucho frío o mucho calor, las manos nos la pinchábamos con lo que llevaba la lana. Pero el compañerismo era muy grande y pasábamos muy buenos momentos. Luego trabajé en Tranfitex, donde José Marsat, el encargado, me enseñó las continuas, dobladora, reunidos, enconados…Trabajé varias temporadas, pero llegó la crisis y cerraron. Entonces fui a la confección de abrigos y trajes en Palomares, con la fábrica del señor Orive.
Toda mi familia trabajó en el textil, se vivió en casa toda la vida. Mi padre hacia 12 horas, yo tenía que llevarle la comida en una cesta de mimbre con el puchero…¡Y cuántas veces iba medio vacía por los movimientos que la metía por el camino jugando!».