«De todo el tiempo que trabajé en el textil, desde los 16 años, recuerdo todo lo que luché con las máquinas y con el personal para que todo funcionara bien, respetando las condiciones laborales.»

«Mi nombre es Ángel Vicente Borrajo. Nací en Béjar el 2 de enero de 1940.

Trabajé en cuatro fábricas textiles. Empecé en 1954, cuando tenía 14 años, en la empresa de Don Luis Izar Muñoz Allí comencé como aprendiz de hilador y tejedor con un contrato de dos años, un año para oficio en esta fábrica. Tenían casi todas las máquinas que hacían falta para fabricar paños, tenía lavadero de lana, tinte hilatura de carda, como carda y selfactina, telares, urdidores, canilleras, enconaduras, zurcido, desmote, batanes y lavadoras, tendederos, tundidora, percha metálica y de cardón… En fin, que tenía casi todas las máquinas que hacen falta para fabricar géneros y debido a esto, trabajé en casi todo el proceso, aunque faltaban algunas máquinas, pero al final es todo semejante a lo que hay en la actualidad, como pasa con todo en la vida. Ahora todo es mucho más moderno y automático.

En esta empresa estuve 11 años, tuve buena relación con los compañeros, así empecé a coger conocimientos de todo el proceso del textil y de cómo se realizaban todas las operaciones y se realizaban los trabajos en cada sección o máquina. Esa empresa la cerraron y me quedé sin trabajo fijo, estuve en el paro un tiempo pero siempre hacía algo. Estuve en otra empresa donde te pagaban por horas, a tanto la hora y sin seguro ni nada, pero en ese momento había que coger lo que había. Por ese tiempo empezó a montar una empresa textil Don Luis Izard Gosalvez, que se denominó Textil Lizard y como estando en proceso de ampliación montaba hilatura de carda me dijeron que podría colocarme en ella. Estando en esa espera estuve a punto de irme para Alemania, pero me avisaron para empezar en esta empresa. Empecé de oficial de cardador y cuando la empresa al final se fusionó con otros fabricantes y pasó a llamarse Hispano Textil, se cerró. Entonces tenía ya la categoría de encargado de la sección de hilatura con tres surtidos denominados “a tren” y seis continuas que sumaban un total de 1200 husos de producción y una conera muy automática que realizaba todas las maniobras ella sola, daba gusto verla trabajar. Era una gran sección de hilatura de carda, la producción era muy buena.

Esta sección contaba también con un bloque de máquinas para realizar el proceso de revolturas que consiste en mezclar las materias para lograr colores y calidad de hilado. En estas máquinas estábamos un total de 30 personas: encargado, contramaestres y oficiales. Teníamos bastante tiempo del año, dos turnos de 12 horas y el resto dos turnos de ocho horas. Algunas veces tuvimos el cuarto quinto turno que consistía en trabajar los sábados y domingos.

El día más importante trabajando en el textil fue, por supuesto, el día que alcance la categoría de encargado al estar al cargo de esta sección y de todas estas personas. También hubo otros días importantes en todos los años del tiempo trabajando en el textil, empecé de aprendiz y poquito a poquito fui ascendiendo y cogiendo categorías.

Con 16 años desempeñaba el cargo de oficial de selfactina. Por unas causas que se dieron, al poco tiempo empecé a desempeñar el puesto de maestro de selfactina, que consistía en realizar todas operaciones manuales para que se formaran las husadas y cuando se hacía se cambiaba todo y había que empezar de nuevo. Esta máquina era muy larga y grande, hacía 450 husadas al mismo tiempo y de largo tenía 26 metros. Durante el tiempo que trabajé casi siempre estaba de noche y hacía 12 horas, de seis de la tarde a seis de la mañana.

Como momentos tristes recuerdo el cierre de las empresas en las que trabajé, puesto que cuando estabas mejor situado te quedabas sin nada Menos mal que la segunda vez, y muy en contra de mi voluntad, me prejubilaron con 53 años. Me daban opciones para trabajar si encontraba algo. Estuve dos veces colocado con contrato, pero aquello no resultaba, aunque no perdí los derechos de prejubilado.

Otro momento triste fue el día que se quemó la fábrica en la que trabajaba, que era Textil Lizard, en noviembre de 1976. Fue un gran disgusto puesto que de golpe ves que se derrumba todo lo que estaba bien organizado. Pero con un gran esfuerzo por parte de todos, dirección y trabajadores, en poco tiempo conseguimos que estuviera todo funcionando y a pleno rendimiento. Pero de sorpresa, cuando parecía que todo estaba bien, hicieron la compra de la fábrica denominada “la Thesa” y al poco tiempo y sin darnos explicaciones, todo empezó a torcerse. Hicieron una fusión con otra empresa y aquello fue de mal en peor, ésta se llamaba Hispano Textil y sin esperarlo la cerraron en el año 1993.

Recuerdo todo lo que viví en todos los años que trabajé en el textil, luchando con las máquinas y con el personal para que todo funcionara bien, dentro de la legalidad. Pienso que se podía haber gestionado de otra manera el textil, para que hubiera subsistido más años, puesto que en la actualidad existen fábricas que están funcionando. Es cierto que tenían que haberse dado cambios en su momento, pero lo cierto es que esto desapareció en poco tiempo y fue una pena porque nos hemos quedado sin puestos de trabajo en Béjar.«

Ángel Vicente Borrajo